13 abr 2012

Capítulo 7: Convivencia

Me levanté del suelo sin apenas fuerzas. Estaba muy cansada y apenas me podía tener en pie. Kyle estaba frente a mí con un palo de madera en la mano. Me había tirado al suelo ya unas doce veces en las dos horas que habíamos estado entrenando. La piel la tenía escamada y llena de arena. Numerosos ronchones me cubrían los brazos y piernas, debido al polvo que desprendía aquel lugar sucio y lleno de bacterias. Todo me daba alergia, hasta aquel arrogante y estúpido ángel negro. No paraba de irritarme y me daban ganas de arrancarle algo pero, claro, no podía, pues en cuanto lo pensase, ya me habría inmovilizado.
Mis brazos temblaban mientras apoyaba todo el peso de mi cuerpo en ellos para poder levantarme. La coleta que me había hecho nada más levantarme se iba deshaciendo poco a poco, y numerosos mechones llenos de sudor y sangre impregnaban mi cara, bronceada por el sol ardiente de la mañana.
Me puse en posición de ataque y agarré el palo. Kyle me miraba fijamente con el ceño fruncido y con una expresión divertida. Dios, lo que le habría hecho si no estuviese tan cansada. Le golpee con el palo cuando se distrajo. Su cara expresó perplejidad. Ja, no se lo esperaba. Dirigió su palo contra mí, pero logré repeler su ataque con mi propia arma. Se formó una cruz con los dos palos de madera. Intentaba con todas mis fuerzas resistir, pero me era casi imposible, pues él era muchísimo más corpulento que yo. Mientras gastaba hasta la última pizca de energías en ello, Kyle no parecía sentir nada. Los músculos de los brazos se le tensaron al ver que resistía. En ese mismo instante, giré el palo y con el extremo de éste le golpee la nariz. Empezó a sangrar poco a poco. Sonreí para mis adentros llena de satisfacción.
Aproveché esos instantes para levantar la cadera y propinarle una patada. Estiré la pierna y de repente, algo me agarró del tobillo y me levantó con asombrosa facilidad. Mi cabeza quedó a apenas unos centímetros del suelo. Mi pelo rozó el suelo arenoso.
- Ya estarías muerta otra vez - Dijo con desánimo. Me revolví, pero no con demasiada fuerza por temor a que me soltara.  Me cogió en brazos y me dejó en el suelo. Tiré el palo con furia al suelo y gruñí a mis adentros-. Mañana nos vemos en el mismo lugar, a la misma hora. - Se retiró el pelo de la cara y se fue andando.
Le vi mientras se alejaba hacia la torre en la que vivíamos. Era una torre esculpida en roca gris, e impregnada en musgo verde y rojo. Pequeños ventanales la decoraban y una gran chimenea salía del tejado negro.
Me quedé allí parada sin saber qué hacer, así que empecé a caminar sin rumbo fijo por la gran explanada de árboles que rodeaban la casa.
Hacía un calor sofocante, así que a medio camino decidí cambiar de ruta e ir al lago. Los árboles, algunos de ellos ya centenarios, me rodeaban aportándome algo de frescura a mi cansada piel. Grandes caminos de tierra húmeda y lisa cubrían el territorio, así que, cansada de tener que andar con un calzado incómodo me quité las deportivas con las que había accedido a Mag y empecé a andar descalza. Era una sensación placentera. La tierra era suave y delicada, y para mis destrozados pies, le vinieron como anillo al dedo.
Cuando llegué, sin más dilación, me metí al lago como los hambrientos se tiran a por la comida, y una sensación de paz y tranquilidad me envolvió al momento.
El agua era cristalina y me envolvía una gran pared de tierra compacta y plantas. El lago era pequeñito, pero muy acogedor y limpio, con pequeñas cascadas, no como el sitio en el que entrenábamos todos los días sin descanso. Estaba empezando a hartarme de aquella estúpida rutina. Solo conseguía que me saliesen numerosos moratones y ronchones por todo el cuerpo. Me lavé y froté bien los brazos y piernas, y a los diez minutos ya estaba como una patena. Aquel agua era increíble, pues conseguía hacer desaparecer toda la suciedad.
- Te has dejado las zapatillas tiradas por el camino.- Dijo una voz a mis espaldas. Genial, no podía tener ni unos minutos de intimidad.
- Gracias Kyle - Le dije entre dientes-. Ahora, si no te importa, vete de aquí. Estoy mejor sola.
- Vaya, vaya, así que te incomodo.
- No, Kyle. Me molestas con tu presencia.- Le recriminé. Me di la vuelta y vi que estaba apoyado en el tronco de un árbol, con mis zapatillas en sus manos.
- Bien, entonces no te importará que me vaya -Dijo mientras se daba la vuelta y movía sus alas negras como el carbón-. Pero, antes de irme, haré algo más.
Extendió el brazo izquierdo, el cual sujetaba mis zapatillas, y las lanzó con fuerza. Éstas cayeron al agua estrepitosamente. Le dirigí una mirada asesina y nadé hacia ellas, antes de que se perdiesen en las profundidades. Cuando llegué, asomé la cabeza y observé que Kyle estaba encima de mí, volando, con mis zapatillas. Pretendía volver a tirarlas y tenerme como a un perro que persigue su hueso. No, no le daría esa satisfacción, así que me impulsé con las piernas debajo del agua, y me agarré de su tobillo. Le pilló por sorpresa. Tiré de él hacia abajo y perdió la estabilidad, cayendo encima de mí y mojándose por completo. Maldijo por lo bajo, mientras se apartaba el pelo mojado de la cara. Me reí, tenía un aspecto tan ridículo... Sacó el brazo del agua y me extendió las zapatillas:
- Ten, tus zapatillas - Las cogí y las llevé a la orilla-. Mm... Qué bien se está aquí.- Dijo tumbándose boca arriba sobre el agua.
Salí del agua, empapada, pero limpia, y me estremecí. Había refrescado, y ahora tenía frío. Kyle salió del agua, con las alas chorreando.
- Te parecerá bonito, ¿no?- Me dijo. Me encogí de hombros y empecé a caminar de vuelta a aquella prisión que tenía por hogar. La única persona agradable era la cocinera elfa que vivía con ellos. No tenía nombre y había sido expulsada de su territorio. Ahora, se encargaba de la limpieza del torreón, además de cocinar para Kyle, para Clare y para mí. Clare era la supuesta hermana de Kyle, aún más despiadada y borde que él. Apenas la veía, y cuando lo hacía, el vello de la nuca se me erizaba.
- ¡Adios!- Le grité. En un momento, apareció delante de mí, mientras agitaba las alas.
- ¿Te llevo?- Me tendió el brazo. La verdad es que estaba cansada y tenía frío, así que acepté y me llevó en brazos hasta la torre, donde cené un estofado de verduras con carne (no tenía ni idea de dónde procedía esa carne, pero me la comí) acompañado de patatas asadas. Me supo a gloria. Después de cenar yo sola en la cocina, me subí a mi habitación y me acosté, deseando no levantarme jamás de aquella cama con olor a pino.


LRA 

El amor, la vida y la lectura suponen una gran aventura.





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6 comentarios:

  1. Hola Laura!!
    Siento no haber comentado, es que desde la semana pasada que salgo casi todos los dias, asi que he estado algo liada.... Por ejemplo hoy, acabo de volver a casa hace nada :S Esta semana estare mas libre, comentare mas :) Aun asi intento leerme todas tus entradas, y la historia va genial ;D Me encanta ^^

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    1. Muchas gracias por comentar, jaja... Y no pasa nada por haber estado liada, es normal ;)
      Besos!

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  2. Ohno!! Creo que me estoy enamorando dde Kyle!!! Tengo un grave problema.... Jajaj como se entere mi amado Peeta jajaja si, Peeta y yo nos vamos a casar, lo que pasa es que el aun no lo sabe xddddd bueno bueno a ver como sigue esto, y la tal Clare mmmm misteriosa
    BESOS!!

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    1. Jajaja... Pf, te has metido en un buen lío... Como se entere, no sé yo qué va a pasar, pero, lo que sí te digo es que Kyle es iresssistible jaja (pero Peeta tmb uh, q lío)
      Bueno, gracias por comentar ;)

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  3. Ohno!! Creo que me estoy enamorando dde Kyle!!! Tengo un grave problema.... Jajaj como se entere mi amado Peeta jajaja si, Peeta y yo nos vamos a casar, lo que pasa es que el aun no lo sabe xddddd bueno bueno a ver como sigue esto, y la tal Clare mmmm misteriosa
    BESOS!!

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    1. jaja, t has repetido ;)
      Gracias por comentar guapa!
      Besos

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