12 feb 2012

Capítulo 1: F

No sabía qué hacía realmente allí. Una gran oscuridad cegadora me recorría las venas y no podía quejarme. No podía respirar, ni sentir... nada. ¿Qué me pasaba? El mundo se me presentaba extraño, difuso. Me levanté entre la espesa niebla y avancé por la ancha avenida con pesadez en el cuerpo. Mi cabeza se tambaleaba cuan bolas de billar. Empecé a recobrar el sentido  a medida que mis piernas se iban moviendo en la calle despedrada y silenciosa. La niebla se iba haciendo cada vez más débil y yo agradecía con toda mi alma esa disipación. Mis extremidades eran incontrolables, como salvajes animales.  No quedaba ya rastro de la espesura y la calle llegó a su fin. Me asomé y descubrí un pozo negro sin fondo. Apenas cuatro metros me separaban a mí del otro extremo de la calle. Entonces fue cuando le vi por primera vez en mi sueño. Le vi a él. El que poblaba mis numerosas pesadillas. El que se negaba a salir de mi cabeza. Era un chico alto con la mandíbula perfilada. Ojos color miel y tez pálida. El pelo castaño le caía sobre la cara en pequeñísimas ondulaciones. Portaba un pequeño colgante en forma de hoja plateada que sostenía en la mano derecha con decisión.
- Pronto nos veremos de nuevo. Ten.-Me tiró el colgante y lo cogí al vuelo. ¿Qué significaba aquello? Abrí la mano con que agarré el collar y la abrí con cuidado. Allí estaba, una pequeña hoja color luna en la que llevaba pequeñas incrustaciones color oro. Me lo puse con desánimo y acto seguido una sensación de vacío me recorrió el cuerpo. El mundo se volvió negro.


" And say that it's too late to apilogize. It's too late... I said it's too late to apologize. It's too late..." Era mi móvil el que sonaba. Abrí los ojos cansados y alargué la mano hacia la mesilla de noche. Era Lia, la cansina. De acuerdo, era la mejor persona del mundo, pero también la más cansina. Apreté el botón verde y apoyé el teléfono en mi oreja:
- Tía... ¡¡De lo que me he enterado!! Estrella se lió ayer por la noche con Eric en el botellón, te acuerdas de él, ¿verdad? Me lié con él el mes pasado. Bueno, pues resulta que...- Ya empezábamos otra vez. Se podía tirar así días y días contándome sus chismorreos y ligues-. Eh, Isabella. ¿Me estás prestando atención?-
Decidí responder cuanto antes para que no impacientase. Después de media hora de habla, corté con un simple "hasta luego" y suspiré aliviada. Me levanté de la cama con agilidad y descorrí las cortinas moradas. Subí la persiana y me paseé por la amplia habitación. Mi pequeño santuario al que no pasaba nadie. Salí de ella y abrí la puerta del cuarto de baño. Después de estar un rato debajo del agua caliente pensando en mi sueño, me decidí a salir de la ducha. Cuando me hube secado el pelo y puesto el uniforme escolar, salí de la pequeña habitación a organizar la habitación.Lia  me había levantado casi con dos horas de antelación de la cama y ello me permitía tener tiempo de sobra para hacerme la cama y desayunar con tranquilidad. 
Cuando hube terminado de colocar las sábanas, me miré al espejo y vi a una chica alta, delgada pero no con patas de pollo, vestida con un uniforme gris apagado y blusa azul celeste con una rebeca negra. Nada del otro mundo.
Bajé las escaleras de mármol hacia la cocina con decisión puesto que mi habitación estaba situada en el piso superior. Me serví un tazón de leche con café y me tosté una tostada que posteriormente la unté de mermelada de melocotón. Me tomé todo en diez minutos, lo recogí y me puse los zapatos y el abrigo. No quería despertar ni a mis padres ni a mi hermano pequeño Neil, así que opté por irme en autobús al instituto. 
Así me daría tiempo a reflexionar sobre el sueño tan extraño que tuve esta mañana. Pensé y pensé en ello, pero no llegué a sacar ninguna conclusión, así que, rendida, dejé el tema. 
Cuando llegué al instituto, las puertas ya estaban abiertas, así que entré y nada más hacerlo, Lia ya estaba allí esperándome con una sonrisa pintada en la cara.
-¿Qué tal dormilona? Espero que muy bien.
- Sí, bastante bien. ¿Tú?
- Bien también. ¡Eh! Me encanta tu nuevo colgante. ¿Qué tiene inscrito? ¿Una "F"? Sí, eso parece.
- ¿Qué colgante? - Me toqué el cuello y mis dedos se toparon con un frío metal. Lo agarré y miré con detenimiento. Era una hoja plateada con piedrecitas amarillas incrustadas en ella. En ella se podía observar que había una letra inscrita: F. ¿Cómo había conseguido llegar el colgante de mi sueño a mi cuello en la realidad?







LRA
El amor, la vida y la lectura suponen una gran aventura.






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