30 abr 2012

Capítulo 8: Escapada parte 2

Las ramas no paraban de sacudirme el pelo. Me sentía cada vez más incómoda en aquel oscuro y malicioso lugar.
Mi plan era muy simple: escapar de Kyle y su malévola hermana Claire e irme con James. Creo que él me aceptaría con los brazos abiertos. Además, el mapa me indicaba que se encontraba relativamente cerca de mi actual posición, así que iría a verle de todas formas.
Llevaba caminando ya un buen rato por el camino lleno de hojarasca y musgo, cuando noté algo gélido en mi nuca. Me di la vuelta, pero solo conseguí ver más y más oscuridad. Entonces, llegó el momento de encender la piedra luminosa. Ésta emitió una apagada luz en los primeros instantes para luego poder alumbrar bastante bien, pero no con toda la intensidad que yo hubiese querido. Seguí avanzando con cierta incertidumbre. A los pocos minutos, sentí otra vez algo gélido, pero esta vez, en el cuello. Me estremecí. Me volví a girar y divisé el torreón, que ya lo veía muy pequeño, pero que pude ver sin ninguna duda que una luz se encendía. Entonces pensé que si descubrían que no estaba, Kyle saldría inmediatamente a buscarme. Hice cálculos mentales del tiempo aproximado que tardaría en venir, y eché a correr desesperadamente. No, ahora no podían pillarme, no ahora. Ya había llegado bastante lejos. Corrí y corrí en la oscuridad, cuando la piedra se me resbaló de las manos. No me paré a recogerla, simplemente, continué corriendo.
Paré cuando mis piernas no dieron más a basto y me detuve, casi al borde del asfixio. En ese momento creí que iría a echar los pulmones por la boca. Me aparté el pelo de la cara, que se me pegó por culpa del sudor, que no paraba de gotear por mi cara. Avancé unos cuantos metros, y entonces, pude advertir que una cosa viscosa y negra revoloteaba a mi alrededor. Sus ojos eran de un color amarillo intenso y su boca, un manojo de dientes blancos y brillantes. La adrenalina se disparó como un cohete y desenfundé el arco con agilidad. Lancé una primera flecha y ésta se clavó en el pecho de la criatura con un pequeño sonido. La criatura se deshizo en el aire emitiendo un chillido horroroso.  Minutos después, cinco criaturas más aparecieron y empezaron a atacarme. Repetí la misma operación con tres más, pero cuando quedaron solamente dos, aparecieron más criaturas. No sabía cómo librarme de ellas, así que decidí echar a correr otra vez. Aún no sabía cómo mis doloridos pies podían aguantar tanto esfuerzo.
Apenas pude avanzar unos metros, porque en ese momento, más criaturas pegajosas se amontonaron a mi alrededor. Probé a lanzar cuchillos, pero no surtía efecto, cada vez acudían más y más. Al borde de la desesperación, toqué mi piedra luna y esta empezó a emitir una luz pálida, que poco a poco se fue incrementando, hasta el punto de cegar a los espectros y espantarlos. Ya no volvió a aparecer ninguno más, así que decidí proseguir mi viaje. Miré el mapa, y gracias a la luz de la piedra, pude ver que solo quedaban dos kilómetros para mi destino. Continué la marcha.


Ya solo quedaban unos metros, pero una gran figura me tapó el campo de visión. Era enorme, con una gran armadura de hierro y unos ojos amarillos. Oh, no. Alargó su brazo hacia mí y me agarró del cuello con fuerza. Intenté zafarme, pero me fue imposible. Ese ser poseía una fuerza sobrehumana. El oxígeno se consumía rápidamente y yo intentaba en vano agredir a aquella cosa. Entonces, algo se clavó en su espalda  y me soltó. Caí al suelo con estrépito:
- ¡James!- Dije con voz ronca.
Me agarró de la muñeca y empezamos a correr.
- ¿Cómo has logrado encontrarme?
- Estaba de guardia en las almenas, y un brillo tan fuerte no pasa desapercibido.- Señaló mi piedra.
Nos paramos en seco. Aquel ser no se daba por vencido. Blandió su espada e intentó herirnos, pero lo que solo consiguió fue cortar el aire. Le lancé un cuchillo y le hice perder la espada, pero eso no pareció pararle, pues alargó la maza hacia James y le golpeó en todo el vientre, dejándole inconsciente. Volvía a encontrarme sola. El engendro me miró con sus ojos amarillos y dirigió su maza hacia mí.





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25 abr 2012

Capítulo 8: Escapada parte 1

Se volvió hacia mí mientras me intentaba aturdir cubriendo mi campo de visión con sus alas negras. No funcionó, pues en el último momento me agaché inesperadamente y le asesté un golpe en el tobillo. Por lo visto, debió de ser muy fuerte, pues me maldijo (supuse por la cara que puso) en un idioma incomprensible. Había mejorado notablemente en aquellos tres meses de ardua preparación. Ahora sabía manejar a la perfección la espada, el arco, los cuchillos... Jamás hubiese podido aprender eso en la tierra. Además, sabía defenderme y localizar los puntos débiles de mi oponente. En el caso de Kyle era el nacimiento de sus alas y la nuca. Todavía no había podido descubrir por qué la nuca y no otra parte, como por ejemplo, la entrepierna. Eso seguía siendo un misterio.
Después del entrenamiento, subí a mi habitación y revisé la mochila que había cogido de cuero. Allí llevaba unas cuantas provisiones, un mapa, algo de ropa y una cantimplora llena de agua. Eso sería suficiente para el viaje que pensaba emprender aquella misma noche. No soportaba más a Kyle, no desde que estuvimos en el lago. Empezó a comportarse como si yo fuese una extraña y no paraba de insultarme. Sí, es cierto que me enseñó a luchar, pero me daban ganas de aplastarle la cara algunas veces. Por si fuera poco, su hermana no paraba de hacerme la vida imposible. Una vez, estaba lavándome en el lago (sin ropa), y ella llegó sigilosamente y me arrebató las prendas. Tuve que regresar al torreón completamente desnuda y tiritando de frío. Otra vez, "sin querer" me lanzó una flecha que hirió mi brazo y no pude moverlo durante al menos una semana. La odiaba al igual que odiaba a Kyle. La única que se salvaba era la elfa cocinera. No hablaba mucho, pero parecía simpática.
Después de cenar con desgana, me dirigí a la sala de armas y me hice con un arco y un carcaj con veinte flechas mortíferas, diez cuchillos encantados y una piedra mágica que emitía luz. Giré la cabeza hacia la ventana y observé con curiosidad una luna azul claro que se asomaba por los barrotes. Ya estaba lista.
Abrí el portón de madera y lo cerré intentando hacer el menor ruido posible. Entonces, me interné en el bosque, ajena a todo lo que me esperaba allí.    


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21 abr 2012

Los Juegos del Hambre: Jennifer Lawrence

El jueves pasado acudió al Homiguero la actriz Jennifer Lawrence, protagonista de la saga Los Jugeos del Hambre. Aquí os dejo un fragmento del programa, espero que os guste:









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17 abr 2012

Los Juegos del Hambre: Próximo en cines

Ya llega, ya llega... Este viernes se estrenará por fin la película de los Juegos del Hambre, protagonizada por Jennifer Lawrence, Johs Hutcherson y Liam Hemsworth.





Recordad, que este jueves 19 de abril la actriz principal de la saga estará en el Hormiguero 3.0 ¡No os lo perdáis!

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13 abr 2012

Capítulo 7: Convivencia

Me levanté del suelo sin apenas fuerzas. Estaba muy cansada y apenas me podía tener en pie. Kyle estaba frente a mí con un palo de madera en la mano. Me había tirado al suelo ya unas doce veces en las dos horas que habíamos estado entrenando. La piel la tenía escamada y llena de arena. Numerosos ronchones me cubrían los brazos y piernas, debido al polvo que desprendía aquel lugar sucio y lleno de bacterias. Todo me daba alergia, hasta aquel arrogante y estúpido ángel negro. No paraba de irritarme y me daban ganas de arrancarle algo pero, claro, no podía, pues en cuanto lo pensase, ya me habría inmovilizado.
Mis brazos temblaban mientras apoyaba todo el peso de mi cuerpo en ellos para poder levantarme. La coleta que me había hecho nada más levantarme se iba deshaciendo poco a poco, y numerosos mechones llenos de sudor y sangre impregnaban mi cara, bronceada por el sol ardiente de la mañana.
Me puse en posición de ataque y agarré el palo. Kyle me miraba fijamente con el ceño fruncido y con una expresión divertida. Dios, lo que le habría hecho si no estuviese tan cansada. Le golpee con el palo cuando se distrajo. Su cara expresó perplejidad. Ja, no se lo esperaba. Dirigió su palo contra mí, pero logré repeler su ataque con mi propia arma. Se formó una cruz con los dos palos de madera. Intentaba con todas mis fuerzas resistir, pero me era casi imposible, pues él era muchísimo más corpulento que yo. Mientras gastaba hasta la última pizca de energías en ello, Kyle no parecía sentir nada. Los músculos de los brazos se le tensaron al ver que resistía. En ese mismo instante, giré el palo y con el extremo de éste le golpee la nariz. Empezó a sangrar poco a poco. Sonreí para mis adentros llena de satisfacción.
Aproveché esos instantes para levantar la cadera y propinarle una patada. Estiré la pierna y de repente, algo me agarró del tobillo y me levantó con asombrosa facilidad. Mi cabeza quedó a apenas unos centímetros del suelo. Mi pelo rozó el suelo arenoso.
- Ya estarías muerta otra vez - Dijo con desánimo. Me revolví, pero no con demasiada fuerza por temor a que me soltara.  Me cogió en brazos y me dejó en el suelo. Tiré el palo con furia al suelo y gruñí a mis adentros-. Mañana nos vemos en el mismo lugar, a la misma hora. - Se retiró el pelo de la cara y se fue andando.
Le vi mientras se alejaba hacia la torre en la que vivíamos. Era una torre esculpida en roca gris, e impregnada en musgo verde y rojo. Pequeños ventanales la decoraban y una gran chimenea salía del tejado negro.
Me quedé allí parada sin saber qué hacer, así que empecé a caminar sin rumbo fijo por la gran explanada de árboles que rodeaban la casa.
Hacía un calor sofocante, así que a medio camino decidí cambiar de ruta e ir al lago. Los árboles, algunos de ellos ya centenarios, me rodeaban aportándome algo de frescura a mi cansada piel. Grandes caminos de tierra húmeda y lisa cubrían el territorio, así que, cansada de tener que andar con un calzado incómodo me quité las deportivas con las que había accedido a Mag y empecé a andar descalza. Era una sensación placentera. La tierra era suave y delicada, y para mis destrozados pies, le vinieron como anillo al dedo.
Cuando llegué, sin más dilación, me metí al lago como los hambrientos se tiran a por la comida, y una sensación de paz y tranquilidad me envolvió al momento.
El agua era cristalina y me envolvía una gran pared de tierra compacta y plantas. El lago era pequeñito, pero muy acogedor y limpio, con pequeñas cascadas, no como el sitio en el que entrenábamos todos los días sin descanso. Estaba empezando a hartarme de aquella estúpida rutina. Solo conseguía que me saliesen numerosos moratones y ronchones por todo el cuerpo. Me lavé y froté bien los brazos y piernas, y a los diez minutos ya estaba como una patena. Aquel agua era increíble, pues conseguía hacer desaparecer toda la suciedad.
- Te has dejado las zapatillas tiradas por el camino.- Dijo una voz a mis espaldas. Genial, no podía tener ni unos minutos de intimidad.
- Gracias Kyle - Le dije entre dientes-. Ahora, si no te importa, vete de aquí. Estoy mejor sola.
- Vaya, vaya, así que te incomodo.
- No, Kyle. Me molestas con tu presencia.- Le recriminé. Me di la vuelta y vi que estaba apoyado en el tronco de un árbol, con mis zapatillas en sus manos.
- Bien, entonces no te importará que me vaya -Dijo mientras se daba la vuelta y movía sus alas negras como el carbón-. Pero, antes de irme, haré algo más.
Extendió el brazo izquierdo, el cual sujetaba mis zapatillas, y las lanzó con fuerza. Éstas cayeron al agua estrepitosamente. Le dirigí una mirada asesina y nadé hacia ellas, antes de que se perdiesen en las profundidades. Cuando llegué, asomé la cabeza y observé que Kyle estaba encima de mí, volando, con mis zapatillas. Pretendía volver a tirarlas y tenerme como a un perro que persigue su hueso. No, no le daría esa satisfacción, así que me impulsé con las piernas debajo del agua, y me agarré de su tobillo. Le pilló por sorpresa. Tiré de él hacia abajo y perdió la estabilidad, cayendo encima de mí y mojándose por completo. Maldijo por lo bajo, mientras se apartaba el pelo mojado de la cara. Me reí, tenía un aspecto tan ridículo... Sacó el brazo del agua y me extendió las zapatillas:
- Ten, tus zapatillas - Las cogí y las llevé a la orilla-. Mm... Qué bien se está aquí.- Dijo tumbándose boca arriba sobre el agua.
Salí del agua, empapada, pero limpia, y me estremecí. Había refrescado, y ahora tenía frío. Kyle salió del agua, con las alas chorreando.
- Te parecerá bonito, ¿no?- Me dijo. Me encogí de hombros y empecé a caminar de vuelta a aquella prisión que tenía por hogar. La única persona agradable era la cocinera elfa que vivía con ellos. No tenía nombre y había sido expulsada de su territorio. Ahora, se encargaba de la limpieza del torreón, además de cocinar para Kyle, para Clare y para mí. Clare era la supuesta hermana de Kyle, aún más despiadada y borde que él. Apenas la veía, y cuando lo hacía, el vello de la nuca se me erizaba.
- ¡Adios!- Le grité. En un momento, apareció delante de mí, mientras agitaba las alas.
- ¿Te llevo?- Me tendió el brazo. La verdad es que estaba cansada y tenía frío, así que acepté y me llevó en brazos hasta la torre, donde cené un estofado de verduras con carne (no tenía ni idea de dónde procedía esa carne, pero me la comí) acompañado de patatas asadas. Me supo a gloria. Después de cenar yo sola en la cocina, me subí a mi habitación y me acosté, deseando no levantarme jamás de aquella cama con olor a pino.


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El amor, la vida y la lectura suponen una gran aventura.





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8 abr 2012

Capítulo 6: Hogares




- Bienvenidos, ciudadanos de Mag. Estamos hoy aquí reunidos para designar un hogar a los Lithiums de este periodo.- Nos señaló aquel extravagante señor. Era un ser muy desagradable. Espesas babas se derramaban de su boca. Una nariz morada se dejaba entrever entre los mechones de pelo grises que cubrían por completo su cara. Era muy bajito y encorvado con pies enanos.
Nos encontrábamos en medio de un gran escenario al aire libre. Los pájaros cantaban alegremente mientras hermosas corrientes de aire nos envolvían. La hierba cantaba con una hermosa melodía. Me dieron ganas de ponerme a cantar, pero, no lo hice, porque si no quedaría en ridículo delante de los representantes de las razas. Es decir, de todas las razas del mundo de Mag, acudían solo a la Selección de Hogares los representantes, normalmente, los dos más veteranos.
- Empecemos por la joven Esmeralda.- Ella se acercó al hombre y éste tocó su piedra mágica con tranquilidad, dejando oír su pesada respiración. Después de un rato de meditación añadió:
- Tú irás con las brujas. Para aprender todo lo relacionado con las pociones y remedios curativos.
Esmeralda bajó del escenario y fue a reunirse con una bruja anciana y Tennisa. Al parecer, la joven bruja era ya una líder en el gremio de la brujería.
- Jake, hermano de Esmeralda.- Tocó su piedra con decisión. Una baba azul cayó al suelo de madera.- Mm... Irás con los trasgos, para que te enseñen su astucia.
Jake bajó el escenario y se juntó con un trasgo bastante desagradable a la vista.
- Henry, no hace falta que vengas, irás con los gigantes - Dijo al ver la complexión del muchacho-. Aprenderás a usar armas pesadas y a dar mamporros.- Imitó a un gigante dando golpes. He de añadir que el pobre hombre me dio pena en aquel instante en el que se hacía pasar por un gigante.
La gente rió.
Henry hizo lo mismo que hicieron Esmeralda y Jake al ser seleccionado su hogar, mientras intentaba disimular una sonrisa. Eso sí me sorprendió, porque nunca le había visto sonreír.
- Kelly, la hermosa Kelly - Ésta sonrió-. A ver qué te depara el futuro. Mm... ¡Ya! Irás con las hadas. Que te enseñen su habilidad por lo hermoso.- Entonces, sonrió a la chica, dejando al descubierto unos horrorosos y apestosos dientes, ennegrecidos por el paso del tiempo. Kelly dejó de sonreír.
Bajó del escenario para reunirse con un hada morada que le sonreía. El batir de sus finas alas, desprendía virutas lilas que se disipaban al instante. Para las noches oscuras, un hada de esas, no me vendría mal para alumbrar.
- Tommy, tú irás con los enanos - exclamó después de tocar su piedra-, para aprender su conexión con lo pequeño y poderoso.- Puso su dedo índice sobre el lugar de su corazón. Más o menos, los dos poseían la misma estatura.
Entonces, James, que estaba sentado a mi lado, me cogió la mano y me la apretó con dulzura. Me quedé sin habla. Nadie me había tocado así jamás. Le devolví el apretón y él esbozó una sonrisa que me llegó a lo más profundo del alma.
- Cuídate.- Me dijo antes de levantarse para reunirse con el ser ese.
- James -Exclamó el hombre cuando le vio aparecer. Tocó la piedra del colgante que llevaba-. Tú, sin lugar a dudas te irás con los espectros de la luz. Te enseñarán a usar la lógica y sus asombrosos poderes. Te sorprendería lo que pueden llegar a hacer.
Bajó las escaleras y se dirigió a una persona oculta por una capucha. De ella salía humo azul mezclado, quizá, por pequeños destellos amarillos.
James volvió la mirada y me miró con aquellos ojos castaños tan hermosos. Le dije adiós con el brazo y me sonrió. Me quedé anonadada.
Por último, cuando ya no quedaban ninguno de mis compañeros, me acerqué al hombre y me agaché para que pudiese tocar mi amuleto. Lo tocó con unas pequeñas manos verdes impregnadas de arrugas y dijo:
- Tú irás con los dragones- Pero, entonces, llegó un pájaro emisario con una carta en su pico. Era pequeño y verde. Se la dio al hombre, el cual la leyó con precaución-. Oh, vaya - exclamó-. No podrás irte con ellos. Los dos clanes líderes están en guerra y ninguno te puede acoger.
- Pero, se podrá hacer algo, ¿no?- Le pregunté.
- Lo siento, querida, pero a no ser que alguien se presente voluntario para acogerte, situación improbable, estarás sola. No puedes quedarte en el Consejo pequeña- dijo como si pudiese leer mi mente-, son las reglas.
Esa noticia fue como si me echaran una jarra de agua gélida encima.
- ¿Hay algún voluntario para acoger a esta Lithium?- Preguntó el hombre retorciéndose las manos. Todos los habitantes empezaron a mirarse entre ellos. Ellos no querían tener a ningún Lithium, pues supondría tener que entrenarlo, alimentarlo, cuidarle... No, querían tener a un Formado (En lo que te conviertes cuando tocas el cristal de Awa). La gente empezó a irse.
Yo agaché la cabeza y me senté de nuevo en el banco, rendida.
- ¡¡YO!!- Se oyó decir a alguien. Todos le miraron asombrados mientras se dirigía al escenario volando. Plegó las alas y se posó en frente del hombre.
- Kyle, por favor. Éste es un asunto serio. No estamos para bromas.- Le recriminó.
- No es ninguna broma. ¿Crees si no que me hubiese presentado para cuidarla?- Le dijo mientras me señalaba.
Levanté la cabeza y por fin pude observar cómo era el que se suponía que me iba a acoger. Era muy alto, grande y fuerte. Llevaba unos pantalones negros e iba descalzo. Era hermoso. Tenía los ojos oscuros como el carbón, iguales que su pelo y la piel bronceada. Los rasgos eran perfectos, sin ninguna impureza.
Me quedé embobada.
- Bueno, está bien, no voy a rechazar tu oferta, pero has de prometer que la cuidarás y le enseñarás todo lo que sabes y más.- Le advirtió.
- De acuerdo, de acuerdo.
Me miró con curiosidad. Su mirada era fría y distante. Hizo una mueca.
- Bueno, espero sacar algo bueno de ella.- Dijo solamente.
Me levanté con torpeza del banco para ponerme a su lado. Me sacaba una cabeza como mínimo. El hombre se retiró con torpeza. Me dieron ganas de ayudarlo, pero entonces, llegó un hombre de piedra, que le ayudó a bajar las escaleras. 
- ¿Lista?- Me preguntó mientras el extravagante hombre se alejaba. Las grandes alas negras le brotaban de la musculosa espalda.
- ¿Para qué?- Entonces me agarró de la cintura y nos elevamos en el aire. Estuve a punto de gritar. No me lo esperaba, pero después de estar un rato en el aire, descubrí que volar era algo maravilloso. El viento lo podías sentir en la cara, eras libre... Era una sensación un tanto peculiar. Nos elevamos más en el aire y pude ver a los ciudadanos de Mag como si fueran pequeñas hormigas. Vi las calles de la ciudad, el edificio del Consejo, el escenario, los bosques... Todo era maravilloso y colorido. Aún no me puedo explicar cómo éste es un mundo al que van las personas muertas.
Descendimos en un claro en el que había un precioso lago de agua cristalina.


- A partir de aquí iremos a pie.- Me soltó con delicadeza en la fresca hierba y  se puso a caminar a paso ligero.
- ¿Y por qué no vuelas en vez de andar?- Le pregunté.
- No me gustan las preguntas, así que será mejor que cierres la boca y te quedes callada.- Me dijo en un tono cruel.
En ese momento me pregunté si realmente habría merecido la pena quedarme sola, porque dicen que mejor estar sola que mal acompañada, ¿no?


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4 abr 2012

Personajes


Aquí os dejo los personajes secundarios de mi historia, espero que os gusten:


James (Lithium)


Esmeralda (Lithium) Hermana de Jake

Jake(Lithium) Hermano de Esmeralda




Tommy (Lithium)

Henry (Lithium)
Kelly (Lithium)

Ben (Mago)

Tenissa (Bruja)



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Capítulo 5: Noche

Este capítulo se lo dedico a Paula Pulido y a Paula Sanz:


Esa noche la pasamos en aquel clásico edificio. Nos asignaron a cada uno una habitación. Las chicas estábamos en el pasillo de la derecha, y los chicos en el izquierdo.
Cuando abrí la puerta de mi habitación, un olor a lilas me embriagó. No sabría describir con propiedad los sentimientos que aquel perfume despertó en mí.
Entré y observé con detenimiento la habitación: las paredes estaban cubiertas de paneles de madera, al igual que el techo. Una pequeña ventana iluminaba la habitación con la luz de la luna azul. Una cama ocupaba el centro, con grandes postes de madera sostenida. Situada en la esquina derecha, la gran cómoda. Justo al lado de ésta, colgaba una gran estantería repleta de libros. Había candelabros encendidos con luz mágica, supuse, pues no había ningún interruptor de la luz. Además, cuando pasaba la mano por la llama, no sentía nada. No le quemaba. Por esto, pensó que se trataba de luz mágica.
Se sentó sobre la cama y se puso a leer el primer libro interesante que cogió: "Historia de dos ciudades".  Según había oído, era un gran libro.
Abrí el libro por la primera página cuando alguien llamó a la puerta. Dejé el libro sobre la mesilla de noche y me dirigí a la puerta.
- Eh, Isabella. Soy yo, James.-Dijo una voz.
Giré el picaporte.
-¿Qué quieres? -Le dije.
- Estamos en la habitación de Kelly todos juntos. Ninguno podíamos dormir- Se explicó metiendo las manos en los bolsillos-. Vente anda, solo faltas tú.
- Em.... De acuerdo.- Había empezado a leer el libro porque, precisamente, no podía dormir.
Cerré la puerta con cuidado para no hacer ruido y seguí a James en la oscuridad. Poco después, me paró y dio unos pequeños golpes a una puerta. Se abrió con sigilo y de ella apareció Esmeralda.
- Pasad, chicos. Con cuidado.-Murmuró.
Entramos en la habitación y me encontré a todo el mundo sentado alrededor de unas cuantas piedras mágicas que lucían y desprendían calor. Era igual que el amuleto que llevaba colgado del cuello. Lo toqué con cuidado, deseando que se encendiese, y empezó a brillar. Me intenté desabrochar el collar, pero era imposible, mis temblorosos dedos no podían agarrar bien el cierre.
- Déjame a mí, Isabella.-Me dijo James. Me aparté el largo y liso pelo para que él pudiese trabajar mejor.
- Gracias.- Dije.
- No hay de qué.-Me tendió el colgante con amabilidad. Lo cogí y lo puse en el centro junto a la otra piedra.
Para calentarnos más, los que faltaban hicieron lo mismo que yo.
- ¿Qué tal estáis todos? -Preguntó Kelly.
- Bien.-Respondieron algunos.
Entonces, empezamos a hablar de cómo habíamos venido a Mag (el mundo de las almas). Todos coincidíamos en varias cosas: Ben se nos había aparecido ya en algunas ocasiones.  Nuestra familia había desaparecido (muerto, en mi caso). Todos habíamos recibido señales (yo hojas con letras).
- Yo llegué a leer las letras " NFI".- Dijo Henry.
- Yo "NIF" - Dijo Esmeralda-. Mi hermano igual.- Señaló a Jake.
- Después de ver a mi familia morir, y encontrarme los dichosos colgantes, formé las siguientes letras "FIN".-Dije mientras todo empezaba a encajar.
- ¿Fin? ¿Es eso lo que yo creo que es? El fin de nuestra vida, ¿verdad? Eran señales que nos decían claramente que íbamos a venir aquí derechitos.-Exclamó James.
- Exactamente.- Afirmé.
Después de tener esa charla, decidimos dormir en esa habitación todos juntos.
- Pero Kelly, no hay suficientes mantas para todos.- Dijo Tommy.
-No te preocupes. He descubierto algo genial. Cada vez que coges algo de la cómoda, automáticamente, lo sustituye otra. Esto es, que hay existencias inagotables.-Explicó Kelly con un destello en los ojos.
Cogimos muchísimas mantas de su cómoda para hacer camas improvisadas. Cuando todos estuvimos listos, nos metimos en las camas e intentamos dormir. Según nos dijo Ben, mañana sería un día importante.
No nos quiso detallar nada más.
Pasaron los minutos, y algo me hizo sobresaltarme: unos estruendosos ronquidos. Eran de Henry.
- Oh, dios, ya no habrá quien duerma.- Dijo James lamentándose.
- Tengo una idea- Se oyó decir a Esmeralda-. He traído algunas hierbas conmigo. Puede que funcionen. - Se levantó y le puso las hierbas en la boca. Con la saliva de Henry, las hojas se disolvieron y penetraron por su garganta, aliviándola. Desaparecieron los ronquidos.
- Vale, ahora solo tenemos que dormirnos, pero yo ya me he desvelado.- Dijo Esmeralda.
- Chicos, chicos, he visto que algo se movía en la ventana.- Alarmó Tommy.
- Eh, chaval, no pasa nada.-Le calmó Jake.
- Kelly, tengo una idea.-Dijo James.
- ¿Cuál?
- Que Isabella cante algo.- Me miró con cara de pícaro. Iba despeinado y muy atractivo. Se me quebró la voz.
Piedra mágica
- Vale, vale. Si así consigo que me dejéis en paz...- Dije mientras todo el mundo menos Henry me miraba con unos ojos diciendo "por favor"-. " I still hear your voice when you sleep next to me. I still feel your touch in my dreams... Cause every time we touch i get this feeling, and every time we kiss i swear i can fly. Can't you feel my heart beat fast? I want this to last. Need you by my side..."
Todo el mundo estaba dormido cuando acabé la canción. Yo empecé a notar el sueño conforme iba apoyando la cabeza sobre la almohada. Todo se volvió negro.



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2 abr 2012

Capítulo 4: Lithiums

- ¿Ciudad de las almas? Me estás tomando el pelo, ¿verdad?- Le dije.
- En absoluto. Ven, sígueme.- Empezó a avanzar por el verde prado rápidamente. Tardé unos segundos en reaccionar. Fui detrás de él casi corriendo, pero a la vez, observándolo todo. El cielo tenía un color azul verdoso, con dos pequeños soles que calentaban igual que el sol de la tierra. Había millones de especies vegetales a ambos lados del camino por el que pasamos. Millones de olores nos envolvían con suaves caricias. Pasamos por un arco que tenía pequeñas runas grabadas, y al pasar, el paisaje cambió totalmente. Ya no había verdes prados con cascadas y flores, ahora era como una ciudad, pero en vez de tener rascacielos de hormigón, los tenía de un cristal muy brillante y translúcido. Casi todos los edificios, por no decir todos, tenían una marca característica que los identificaba: pequeños símbolos que emitían luz.
- Esta es la ciudad Progreso. Aquí es donde vienen al principio todos los Lithiums. Después de la ceremonia, cada uno sigue su camino. Digamos, que es el centro de nuestro mundo. Aquí es donde se toman todas las decisiones importantes que nos afectan. Es el núcleo de todo.- Me explicó mientras íbamos caminando. Me iba fijando en los seres que iba viendo y me esperaba que fuesen negros despojos volantes, pero resultó que eran elfos, trasgos, hadas, minotauros, lobos, gigantes... Parecía un mundo soñado, irreal.
- Esto es... increíble.-Le dije con asombro.
- Ya lo creo. De aquí es de donde salen todos los seres que en la Tierra creéis inexistentes, pero, como estás comprobando, son totalmente reales - Asintió-. Ahora te voy a llevar al Consejo. Allí te reunirás con más gente como tú. Pero, espera un momento aquí.- Me pidió y entró en una tienda en donde vendían pequeños amuletos que brillaban intensamente.
Esperé allí de pie, mientras observaba a todo el que pasaba. Me di la vuelta y vi un pequeño perrito sentado a mis pies. Me agaché, le acaricié la cabeza y le pareció gustar, pues sacó la lengua y empezó a sobarme. Me reí. Puso cara de felicidad y se elevó en el aire con unas pequeñas alas casi invisibles. Vaya, un perro con alas. Me estoy volviendo loca. Hace apenas unas horas, mi madre y mi hermano murieron, y yo estoy aquí, riéndome como si nada. Ya no siento pena ni dolor. Me siento... vacía.
De repente, algo se chocó contra mí y casi me caí al suelo. Me di la vuelta y descubrí a un chico un poco más alto que yo, que estuvo corriendo, pues estaba rojo y gotas de sudor le caían por la cara. Me apartó bruscamente y volvió a correr. Es ese momento, Ben salió de la tienda y me tendió un amuleto de esos. Me lo puse en el cuello y de repente, él vio al chico que casi me atropelló. Le miró con espanto y corrió hacia él.
Yo me quedé allí parada sin saber qué hacer, así que me senté en un banco y esperé.
De repente, una mujer vino hacia mí.
- Um, tú pareces una Lithium, ¿verdad?- Me dijo guiñándome un ojo- Pareces perdida. Por cierto, ¿y Ben? ¿Dónde está?
- No lo sé, salió corriendo detrás de un chico.
- Ya le vale, dejarte aquí sola. Es su trabajo- Suspiró-. Bueno, te acompañaré yo. No me importa. Me llamo Tennisa. Soy una bruja del tercer nivel, y... en fin, encantada.-Nos dimos la mano.
- Yo soy Isabella. Soy... humana, supongo. Ya nada me parece real.- Le dije.
- ¿Humana? No, no, no. Hija, tú eres una Lithium. Te podrían reconocer a kilómetros de distancia. Tu aura es muy fuerte.- Me explicó.
- Pero, ¿qué es un Lithium?
- ¿No te lo ha explicado Ben? Este chico cada día lo hace peor. Los Lithiums son personas que vienen de la Tierra. Mueren y vienen aquí. No todas las personas entran, por supuesto, solo aquellas que están preparadas para convertirse en ciudadanos Mag. Osea, ciudadanos de este mundo mágico. Tienes un potencial mágico enorme, por eso estás aquí. Luego se celebra una ceremonia y con el cristal de Awa te trasnformas en uno de nosotros. Simple, ¿verdad?
- ¿En uno de vosotros?- Le pregunté.
- Sí, en un bruja como yo, en un mago como Ben, en un hada, en un gigante, en un trasgo, en un enano, en un dragón, en un elfo... Uf, hay un montón de razas, pero si me pongo a decírtelas todas, no acabaría.- Me sonrió.
- ¿Tú tmabién fuiste una Lithium?- Le pregunté.
- ¿Yo? No. Yo nací aquí. Venga, vámonos ya.- Me dijo. La seguí y nos sumimos en el barullo de gente.



Llegamos después de estar caminando un buen rato a un gran edificio en forma de bóveda y con estrechas columnas. Era blanco y estaba hecho de mármol, supuse. Subimos las escaleras y entramos por una gran puerta hecha de madera. Era raro ver ese edificio, pues todos los demás eran más o menos modernos, y éste, clásico. Atravesamos múltiples pasillos hasta llegar a una sala enorme con muchos sillones y abundantes estanterías repletas de libros. Una chimenea situada en una esquina de la sala alumbraba y caldeaba la estancia. En los sillones había sentados varios chicos.
- Aquí te dejo. Bueno, creo que ya estáis todos. Los siete, ¿no?- Preguntó Tenissa.
Una chica, que la miró con curiosidad respondió:
- No, no estamos todos. Falta James. Salió corriendo de aquí y no lo hemos vuelto a ver.- Dijo.
En ese momento, Ben entró en la habitación agarrando a un chico del brazo. Era el que se chocó conmigo.
- Genial, Isabella ya ha llegado. Gracias Tenissa.-Se disculpó Ben.
- De nada, pero ten más cuidado la próxima vez.- Le advirtió.
La bruja salió y la vi desaparecer por los pasillos.
- Os dejaré que os conozcáis, así que estaré esperando fuera. No se os ocurra hacer ninguna bobada, ¿de acuerdo?- Miró a James.
Cerró la puerta con gran estruendo y yo me senté al lado de una de las chicas.
- Bueno,  yo soy Kelly.-Dijo la chica que antes habló. Era muy delgada y alta. El pelo caoba le caía en pequeños bucles por la huesuda espalda. Tenía la piel blanca y unos ojos azul claro.
- Yo me llamo Esmeralda.- Dijo la chica que estaba sentada junto a mí. Era bajita y un poco ancha. Tenía el pelo pelirrojo largo y rizado. Unos ojillos graciosos y grises se asomaban con dulzura.
- Yo me llamo James.- Dijo el chico que se chocó contra mí. Era un poco más alto que yo, ancho de hombros y delgado. El pelo castaño oscuro liso le tapaba un poco los ojos marrones.
- Yo Henry.- Un chico muy alto y grande, con la cara embrutecida y unos ojos muy pequeños. Las manos eran enormes, al igual que sus pies. Era rubio y parecía estar siempre enfadado.
- Yo soy Jake.- Dijo un chico un poco bajito y delgado, mayor que yo. Tenía el pelo ondulado y numerosas pecas en la cara. Sus ojos eran pequeños y grisáceos. Quizá fuese el hermano de Esmeralda.
- Yo me llamo Tommy.- Dijo un chico mucho más pequeño que nosotros. Tendría doce años y parecía asustado. Tenía la piel oscura y era muy bajito, y extremadamente delgado. Tenía el pelo rizado.
Entonces, todos clavaron la vista en mí.
- Yo soy Isabella.- Les dije por último.
Empezamos a hablar de nuestras vidas y de nuestras aficiones. A Kelly le encantaba ir de compras y a nadar, a Esmeralda, jugar con sus aparatos químicos, a James le encantaba mirar con su telescopio las estrellas, a Henry, hacer puzzles, a Jake escalar árboles y a Tommy correr por los prados. Solo quedaba yo por decir lo que me gustaba.
- A mí, lo que más me gusta es... mm...cantar.- Les dije.
- ¿En serio? Cántanos algo.-Dijo Esmeralda.
- No, no. Soy muy vergonzosa.
- Venga, por favor.- Todos empezaron a suplicar, y al final, accedí.
- Está bien, lo haré. - Les dije.- Esta canción la aprendí recientemente y me encanta cantarla: "I remember tears streaming down your face when i said i'll never let you go. When all those shadows almost killed your light. I remember you said "Don't leave me alone" ... Just close your eyes, the sun is going down. You'll be all right; no one can hurt you now. Come morning light, you and I'll be save and sound..."
Cuando terminé de cantar la canción, todos estaban anonadados.
- Isabella, cantas como los ángeles. Me ha encantado.- Dijo James. Me ruboricé y le di las gracias.



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Proverbio Árabe




"La simplicidad es un tesoro infinito, 




si no puedes alcanzar lo que anhelas, 




conténtate con lo que tienes."










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1 abr 2012

Capítulo 3: N

El sonido de la sirena de la ambulancia se fue disipando en mis oídos a medida que se iba perdiendo por la calle con mi madre en su interior. Yo me quedé acurrucada en medio de la acera sin saber qué hacer. El hombre armado estaba inmovilizado por el joyero, y los demás estaban temblando sin actuar. Yo seguía agarrando el colgante con ansiedad.
Después de unos instantes se empezaron a oír otras sirenas, la de la policía seguida de la de otra ambulancia. Tardaron apenas unos segundos en llegar y esposar al hombre. Lo metieron con crueldad en el coche patrulla y después se aseguraron de que no había nadie más herido. En cuanto me vieron, se dirigieron a mí rápidamente porque pensaban que aquel charco de sangre que me rodeaba era mío. Con tranquilidad les expliqué que no era correcto.
- No, este... esta sangre no es mía. Es de... mi... madre.- No conseguía hablar con claridad. Los ojos se me empezaron a llenar de lágrimas y me fue imposible enfocar con claridad. Me ayudaron a levantarme y pronto vinieron dos paramédicos a tenderme una manta y subirme a la ambulancia junto con los otros rehenes.


Crucé las piernas mientras sujetaba la taza de infusiones verdes que me ardía en la mano. La manta olía a alcohol y a plástico. No era muy suave, pero calentaba bastante. De repente, las puertas se abrieron de par en par y por ellas surgió mi padre, que corría desesperado hacia mí agarrando la mano de mi hermano Neil, el cual parecía que iba a salir de un momento a otro volando.
- ¿Estás bien hija? Ya pasó todo... Tranquila.- Me abrazó como suele abrazarse a los niños pequeños cuando se caen y se hacen daño.
- Estoy bien - mentí-. Solo un poco cansada, nada más.
- ¿Y tu madre? ¿Dónde está?- Preguntó desesperado. Miró a ambos lados de la sala, pero, obviamente, no logró encontrarla.
- Papá, está en... el quirófano. Perdió mucha sangre y la están reanimando...- Dije entre sollozos. Mi padre me abrazó aún más fuerte para intentar calmarme. Mi vida se estaba desmoronando sin que yo me enterase.
- Papá -dijo de pronto mi hermano-, hay un doctor que quiere decirnos algo importante.- Señaló a un hombre vestido de blanco que salió de una sala con grandes cristaleras. Era calvo y grande, con ojos color botella.
- Em... Su mujer perdió mucha sangre, como ya le habrá comunicado su hija - señalo-. Hicimos todo lo posible...
Sentí una punzada en el estómago que me dobló el alma. No pude seguir escuchando al doctor. Mi padre se sentó en una de las sillas y empezó a llorar desconsoladamente. Mi hermano me abrazó con los ojos llorosos y vi un destello en su muñeca. Le aparté la mano para poder consolarle y cuando se la apartaba, toqué algo sólido en su muñeca, algo de metal. Le subí más la manga del jersey que llevaba puesto y entonces vi una pequeña pulsera plateada, de la cual colgaba una hoja color luna con pequeñas incrustaciones color oro. En ella se podía leer perfectamente una "N".
"Oh, no", pensé. Siempre que veía esa hoja significaba que algo malo iba a pasar.
- ¿De dónde has sacado esta pulsera, Neil?- Le pregunté subiendo el tono de voz.
- Yo... no lo sé.- Me respondió. Se puso rojo y salió corriendo hacia las escaleras que llegaban a la azotea del hospital. Salí corriendo detrás de él.
Abrí la puerta final de las infinitas escaleras y allí me lo encontré, sentado al borde de la terraza. Si se movía un solo centímetro, sería arrojado al vacío.
-Neil, ¿qué estás haciendo? Ven ahora mismo - Le supliqué-. Por favor.
- No, no si mamá está muerta.- Me miró con esa mirada de "lo siento" y se movió. Vi cómo desaparecía de mi vista sin que yo pudiese hacer nada. Corrí para poder agarrarle, pero fue demasiado tarde y solo pude sujetar el aire. Mi pelo se revolvió en pequeños bucles mientras observaba cómo mi hermano desaparecía de mi vida. Grité con todas mis fuerzas: ¡¡¡NO!!!
¿Cómo era posible que en apenas unas horas toda mi vida estuviese desapareciendo? Mi madre y mi hermano habían muerto. Mi padre enloquecería. Estaba sola ante el peligro.
- ¿Preparada?- Oí una voz a mis espaldas. Me giré con lágrimas en los ojos y le volví a ver. Esta era la primera vez que me hablaba.
-¿Qué?- Pregunté sin comprender el mensaje.
- Te pregunto si estás preparada para venirte conmigo Isabella. Ya nada te une a este mundo.- Me explicó.
- Te equivocas. Si no fuese porque tú has aparecido en mi vida, hubiese sido feliz durante el resto de mi vida. Tenía una familia que me quería, tenía amigos, un hogar, un futuro... Pero tú lo has estropeado todo.- Le escupí.
- Ya nada te une a este mundo.- Volvió a repetir.
- No es cierto. Mi padre aún sigue vivo.- Conseguí decirle.
- Tu padre morirá de pena- Me dijo con crueldad-. Tranquila, no te voy a hacer daño. Pero, por favor, ven conmigo. No puedo perder más tiempo. Sólo faltas tú.
- Entonces, si voy a ser desgraciada durante el resto de mi vida, prefiero morir.- Le argumenté.
- De acuerdo, entonces, dame la mano.- Me tendió la suya y yo la acepté, sin saber muy bien lo que iba a ocurrir. Entonces, una luz apareció en su mano y los dos nos sumimos en una oscuridad cegadora.


-¿Dónde estamos?- Le pregunté a aquel chico. El paisaje era apagado, gris. Era como en mis sueños.
- Estamos en un lugar de tránsito que conecta a mi mundo. - Avanzamos por una calle pedregosa hasta llegar a un portal mágico, como en los cuentos de hadas. Nos introducimos en él y de repente una luz intensa nos envuelve. Cuando consigo abrir los ojos, descubro que estamos en colinas llenas de flores extravagantes, de mil olores, tupidos árboles, edificios con extrañas runas, agua cristalina que cae en hermosas cascadas... Todo bello. Me quedé sin palabras.
- Por cierto, me he olvidado presentrame. Me llamo Ben -Se explicó-. Bienvenida a Mag, mundo de las almas.      


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Cazadores de Sombras 5:

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